El exinicialista natural de Cataño, que tiene 68 años, jugó durante 14 temporadas en las Mayores
El Nuevo Dia sábado, 12 de noviembre de 2016 - 12:00 AM
Por Víctor Pillot Ortiz
Durante su carrera de 14 temporadas en las Grandes Ligas, Guillermo
Montañez Naranjo se destacó por su singular estilo de juego tanto
defensivo, que complementaba con una vistosa manera de mascotear la
pelota en la inicial, como ofensivo, desde que se acercaba al cajón de
los bateadores dándole vueltas al bate hasta su manera de recorrer las
bases luego de conectar un cuadrangular.
A lo largo de esas 14 temporadas, Montañez, nacido en Cataño el 1 de
abril de 1948, jugó para nueve equipos en las Mayores. Debutó a los 18
años con los entonces Angelinos de California en el 1966 y su última
campaña fue la del 1982 con el uniforme de los Filis de Filadelfia. Aun cuando debutó en el 1966, su entrenamiento militar con la Guardia
Nacional y luego una fractura en una pierna retrasaron su regreso a las
Mayores.
Luego de consumir 25 turnos con Filadelfia en/ el 1970, en su primera
temporada completa conectó 30 cuadrangulares (la mayor cantidad de su
carrera) y remolcó 99 carreras y finalizó segundo en la votación para
Novato del Año en la campaña del 1971 perdiendo con Earl Williams, de
los Bravos de Atlanta. En total acumuló promedio de .275 de por vida, incluyendo 1,604
indiscutibles, 139 cuadrangulares, 802 carreras remolcadas y 645
anotadas. Bateó 206 indiscutibles en el 1976 y ese año, donde dividió
tiempo de juego con los Gigantes de San Francisco y Bravos de Atlanta su
promedio fue de .317. Defensivamente tuvo promedio de .991. Hoy día,
Montañez vive retirado en Caguas junto a Marta, su esposa de “toda una
vida... 48 años”.
¿Qué hace Guillermo Montañez hoy día? Estoy como los peloteros... de día a día. Estoy tranquilo, relajado,
retirado por completo. ‘Colectando’ la pensión aquí en mi casa. Con la
familia. Tengo un nieto que, como dicen, me tiene loco -en el buen
sentido de la palabra-. Me lo gozo. Estoy loco por que crezca para
meterlo para el parque. Tiene tres años. Tengo una nieta de tres años
también, pero esa está en Estados Unidos. Esa viene ahora en diciembre
con la mamá.
¿Cuántos hijos tiene? Tuvimos cuatro. Mi hijo tuvo un accidente de motora en el 2006 y
falleció. Tengo tres hijas vivas, Miriam, Zoraida y Marta. El difunto
era, el único varón, Guillermo, Guillermito. Lo perdimos. Eso es un
palo que nos da la vida, eso nunca se olvida, pero estamos bien. Nos
mudamos de residencia, buscamos mejor ambiente. Estamos bien. ¿Cuando usted llegó al béisbol profesional aún tuvo que lidiar con el racismo? Yo pasé por eso. Pero pasé por eso en ocasiones no como los
anteriores. Como (Roberto) Clemente, Terín (Pizarro), que esos sí la
pasaron duro. Yo empecé en el 1965. Sí, si pasé por eso. Pero yo
complementaba eso en el parque. Me iba para el parque, pues ahí se
notaba menos. Me iba a correr, a coger rolas. Me comía un hot dog de
almuerzo y me metía para el parque.
Por las noches salía y me tocó correr un par de noches hacia el
hotel. Una vez me mudé a un sitio donde vivían varios latinos y una vez
me vieron entrar y después tocaron la puerta y dijeron ‘el que acaba de
entrar tiene que salir. El negro que entró tiene que salir. No, que él
es pelotero, que es puertorriqueño. ¡No, tiene que salir!’ Tuve que
quedarme en el hotel. Yo pasaba después por ahí, pero tenía que correr,
no me daban pon. Tenía que correr como dos millas para poder llegar al
hotel y al ‘downtown’. Entre otras cosas, tuve la suerte de que tuve advertencia de
Clemente. Me dijo que iba a pasar hambre con chavos en los bolsillos y
que tenía que tolerar eso. Que tomara agua caliente, me dijo (que era)
para ‘amortiguar’ el estómago y que esperara al otro día para comer en
el hotel. Para entonces no había ‘room service’”. ¿Cuál fue el mejor momento de su carrera como pelotero? Llegar a Grandes Ligas. ¡Wow! ¡Estoy aquí! Y empezar a jugar regular.
Jugar todos los días. Otro momento, en cuanto a los juegos, tuve
partidos de 5-5 y en un Día de Padres, un día grande, bateé de 4-4 y
llamé a mi papá a darle la noticia. Se me había olvidado enviarle una
tarjeta. Ese Día de Padres bateé de 4-4. Le dije ‘Papi: no te envié la
tarjeta pero bateé de 4-4 mira mañana el periódico’ y él se puso más
contento. ¿Quién fue el pitcher que se le hizo más difícil, más incómodo? Para mí el más incómodo, incómodo, Mon Hernández, Ramón Hernández.
No solo me ponchaba, sino que me hacía lucir mal. ¿Recta dura? De eso
vive uno. Viene, tira la recta. Pero él tiraba curva lenta, curva rápida, por el lado... por arriba y
tiraba duro también. Le ponía (velocidad a sus lanzamientos) si quería.
Me sacaba siempre de paso. Cuando me preguntan quién había sido el
pitcher más difícil yo siempre decía que le bateé 3 hits en 9 a Mon
Hernández y me decían pero eso está bueno. Yo les decía 3 hits en 9 años
que me pitcheó en Grandes Ligas y en la pelota de aquí. Una vez le
bateé un doble en Pittsburgh para poner el juego al frente. En la
próxima entrada ellos hicieron dos carreras y él ganó el juego. Ni en
eso me lo pude ganar. ¿Siempre fue pelotero o quiso hacer algo diferente? Desde chamaquito estaba jugando béisbol. Yo firmé profesional a los
16 años. No tuve tiempo de hacer otras cosas. Ahora estoy retirado y
pensionado del béisbol. Siempre en el béisbol. Aunque fácil no fue. El béisbol es un juego difícil. Darle a un
objeto redondo (bola) con un artículo redondo (bate) no es fácil. Se
pone más difícil porque ahora la gente tira a 100 (m.p.h.). Fácil no fue. Hubo que batallar. Me fracturé una pierna allá en el 69
y me perdí un campeonato (temporada). También me perdí otro
campeonato con el ‘basic training' de la Guardia Nacional. Ahí se me
alargo la carrera para llegar a Grandes Ligas. Fácil no fue, hubo que
batallar, coger frío, competir. ¿Desilusiones con su carrera? No me puedo quejar en mi carrera. La fractura en la pierna llegó en
el 69 y eso me atrasó un año. Creo que al final... que no jugué al final
(de su carrera). Eso fue triste. Como que me pararon en Montreal y
Pittsburgh. no jugué mucho y si no juegas como que se embota la puntería
y se ponen las cosas más difíciles.
Guillermo Montañez al presente .(Archivo/ GFR Media)
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